"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


domingo, 23 de marzo de 2014

LA VIDA TRISTE Y SOLITARIA DEL TAMANDUA - OSO HORMIGUERO

EL OSO HORMIGUERO GRANDE (Myrmecophaga tridactyla)



 “Yurumí tu lugar en el mundo
del hombre que mata
la vida sembrada,
es tan frágil y esquivo
que duele.”

Yurumí – chamamé de Antonio Tarragó Ros

Brehm,  Alfred Edmund. – 1895 - Life of animals



Pocos animales despiertan tanto la curiosidad como el oso hormiguero grande o yurumí. Ello se debe a su extraño aspecto que proviene de su superespecialización para alimentarse de hormigas. Si el hombre hubiera desarrollado una máquina cazadora de hormigas, sin duda se parecería mucho a este animal. De cráneo muy alargado, su boca, reducida a un tubo por donde transcurre una lengua viscosa,  es una trampa mortal para los insectos, su agudísimo olfato le permite hallar su alimento y sus poderosas garras, capaces para de abrir cualquier termitero u hormiguero por más dura que sea su pared. Animal ya raro, pese a tener una amplia zona de distribución, afortunadamente vuelve a aparecer en algunas regiones de donde había sido eliminado,  pero por otro lado lo vemos  sucumbir en las carreteras bajo las ruedas de los vehículos.  Exterminador de uno de los grandes enemigos del hombre, debería merecer toda nuestra protección y por eso nos proponemos develar su historia con los hombres.


Desde los primeros relatos de los naturalistas se ve que lo confundían con su pariente el oso melero (Myrmecophaga tetradactyla) y aún con el pequeñísimo serafín del platanar (Cyclopes didactilus).  Una de las primeras referencias es la de Georg Marcgrave (1648) que anota el nombre indígena brasilero de “tamanduá-guaçú”,  y el que le daban los holandeses de Brasil, “groote miereneter” (= “gran comedor de hormigas”). Erróneamente creyó que era el mismo animal que los congolenses denominaban “umbulu” (*) , pero lo dibujó con bastante precisión y describió  su anatomía y algunos rasgos de su conducta: “Cuando come las hormigas, la extiende [la lengua] y la pone en el hormiguero hasta que está llena de hormigas, que traga . . . Clava sus uñas en los hormigueros de que se alimenta,  a pesar de que se adapta  a alimentarse de carne, aunque cortada en partes pequeñísimas”.  Dice que es un “animal poco activo, y lento al correr de manera que los hombres pueden atraparlo  en el campo con las manos” , y refiere que el monje francés Claude d'Abbeville, que misionó entre los indios tupinamba en la isla de Maranhao, fue el que registró el nombre de “tamandoua” y “le atribuyó el tamaño de un caballo, no sé si de buena fe”, cuando en realidad como dice Marcgrave tiene el tamaño de un “perro de carnicero”.


                                                                                                                                                                  TAMANDUA-GUAÇU
Marcgrave, George & Willem Piso - 1648- Historia Naturalis Brasiliae. Lugdun




Las próximas noticias las aportó el viajero inglés William Dampier quien encontró al  hormiguero grande en las islas Sambaloes, sobre las costas de Panamá: “Esta criatura se alimenta de hormigas; por lo tanto siempre se la encuentra cerca de los hormigueros y caminos de hormigas. Toma su comida así: pone su nariz bien contra la tierra, cerca del camino por donde van las hormigas (de las que hay muchas en este país), y entonces pone su lengua a través del camino; las hormigas van y vienen continuamente por su camino y cuando llegan a la lengua se detienen y en dos o tres minutos la misma esta toda cubierta de hormigas; lo cual al ser percibido por él, mete la lengua adentro y se las come; y luego la saca de nuevo para atrapar más. Huele muy fuerte a hormigas, y sabe mucho más fuerte aún, porque los he comido.”


Parece que el nombre de ursus formicarius (= oso hormiguero) fue usado por primera vez por Gerolamo Cardano en el siglo XVI, aunque no hay seguridad de que lo aplicara a esta misma especie, muy poco conocida entonces en Europa. El padre Joseph Gumilla  jesuita español que exploró la cuenca del río Orinoco, a principios del s. XVIII nos dejó este relato: “Críase también en aquellos territorios el oso hormiguero, que es el mejor bocado, especialmente para los Indios Morcotes: es del tamaño de un perro de agua grande, peludo, y su cola tan grande, y de cerdas tan largas, que alargando la extremidad de ella hasta encima de su cabeza, cubre y defiende todo el cuerpo del Sol, y de los aguaceros: sus pies y manos rematan cada una en tres uñas curvas, y tan tenaces, que si el tigre, al dar el salto sobre él, se descuida, y le da algún corto tiempo para recivirle entre sus brazos; es tan apretado el abrazo que le da, y fixa en su cuerpo tan tenazmente las uñas, que allí perecen ambos. Yo hallé sobre el peñón del Orinoco, llamado Marimaróta, aferrados un oso mediano con una águila, ambos muertos y secos al rigor del Sol. En otra ocasión, yendo con bastante comitiva, dimos con uno de estos osos: ocho ó diez perros, que iban con nosotros, le acometieron con brío; pero el oso no se apuró: sentóse y abiertos ambos brazos en forma de cruz, hizo cara á todos, sin que nadie se atreviese à tocarle un pelo de su cuerpo . . . ¿Pues qué come, me  dirán, ó de que se mantiene? Digo, que se va de hormiguero en hormiguero, y por la puerta por donde salen y entran las hormigas, introduce la lengua, tan larga como la trompa, en que la tenia recogida: las hormigas se enojan, y muerden fuertemente aquella lengua, todas quantas hallan blanco en que cebarse; y quando ya el oso siente la lengua llena, la retira para dentro, y luego la vuelve á sacar limpia, y prosigue su pesquería de hormigas, hasta saciar su hambre; y ésta es la causa porque se llama oso hormiguero: y causa admiración quanto engordan estos animales con un mantenimiento tan débil al parecer.”


Tamandua guaçu brasiliensis es el ejemplar de abajo. El dibujo parece representar mejor al oso melero. 
Albertus Seba -1734- Locupletissimi Rerum Naturalium Thesaurus – 4 vol.



Albertus Seba, un zoólogo de gabinete, se enredó con esa confusión que señalábamos al principio. Describió al Tamandua Myrmecophaga Americana como “un animal que parece bastante común en las Antillas. Hasta el momento ninguno de ellos ha sido traído de Oriente, ni siquiera se ha oído hablar de ellos. Y estarían aún por descubrirse. . . Con estas [uñas] rasga la tierra de los nidos de hormigas buscando engañarlas. Las hormigas, según los textos, tanto las más pequeñas como las más grandes, sirven a estos animales de alimento.” También lo describe bajo el nombre de Tamandua guaçu brasiliensis o ursa furmicaria, indicando  que tiene solo tres dedos en los miembros anteriores, a diferencia de los autores anteriores que contaban 4 dedos.  Esto llevó a Linné a darle el nombre que quedó para la nomenclatura científica: Myrmecophaga tridactyla, es decir “comedor de hormigas de tres dedos”, pues “vive de hormigas, insectos, cuyos nidos rompe con las garras”.  Buffon señaló este error de Seba y Linné, originado quizás en que tres de los cuatro dedos visibles tienen garras muy notables.


En 1766 agregaba Linné que “se cubre de las moscas con su amplia cola y trepa a los árboles”, lo cual no resultó cierto. Describió además otra especie: Myrmecophaga jubata, ( jubata = “con crines”, en referencia a las que presenta en el lomo). Dice que tiene 4 dedos, y “pasa el resto del día con la cabeza entre los brazos”. En realidad ambas especies eran la misma, pero las referencias no comprobables de los viajeros llevaban a estas confusiones a los zoólogos de museo al no haber aun suficiente material de estudio.

 
Le Tamanoir
Grabado de Johann Schreber (Die Saugthiere) que copió las láminas de la obra de Buffon (Histoire Naturelle, Générale et Particuliére. Paris, 1749.) y las coloreó. Las láminas de Buffon son grabados monocromos de Jacques De Sève. Este dibujo mereció la siguiente crítica de Azara: “Por lo que hace a la estampa, es bien mala . . . como sacada de un despojo".


Buffon, que habitualmente se nutre de varios autores en sus descripciones, nos dice que “corren lentamente y con mas torpeza que un puerco: atraviesan a nado ríos caudalosos, y entonces no es difícil matarlos á palos. En los bosques se les mata á fusilazos, y no son muy comunes, aunque los perros rehúsan darles caza. . . Se defiende y aun con ventaja, de los animales más feroces, como son el Jaguar y el Cuguar [puma], etc., despedazándolos con sus garras, en cuyos músculos y tendones tiene gran fuerza, y mata muchos Perros, los cuales por esta razón no quieren acometerle. La gente plebeya de Cayena come la carne de este animal, no obstante ser negra, desabrida y magra.”


Tamanduá en lucha con un yaguareté.
Grabado de autor desconocido.
http://www.allposters.com/


Aquí surgen otros dos temas de polémica: las peleas con el yaguareté y las calidades culinarias de la carne del yurumí. Por mi parte recuerdo haber visto de chico una película en 8 mm y blanco y negro, si mal no recuerdo de los Estudios Disney, donde se ve un yaguareté intentando capturar sin éxito a un oso hormiguero que logra disuadirlo.

El jesuita Martin Dobrizhoffer  realizó interesantes observaciones efectuadas durante su estadía entre los indios abipones del Chaco argentino: él no come indistintamente todas las hormigas  junto con sus huevos sino sólo las que los guaraníes llaman Cupís  . . . por eso se las llama “del oso hormiguero” . . . en carencia de éstas, se satisface con gusanitos, insectos voladores, miel y carne desmenuzada. . . Los indios comen de su carne pero no con gran placer. El tiene en lo demás fuerzas gigantescas. Atacado por el tigre, lo recibe bien sea sentado, o bien, echado de espaldas con los brazos abiertos y lo ahoga.” Nos dice también que de jóvenes se amansan pero casi nadie los tiene porque comen mayormente hormigas “que hay que juntar trabajosamente” y que los indios “cazan anualmente innúmeros de ellos”.


YURUMI
Brehm,  Alfred Edmund. – 1895 - Life of animals. Volume 1,  Mammalia


Florian Paucke, otro jesuita que misionó entre los mocovíes, dice que “Los osos hormigueros (que tienen muy diferente aspecto que los osos en nuestros países del Norte) vagan no raros por los bosques en este valle.  . . Él camina y busca los grandes montículos de hormigas removidos en alto, mete la lengua puntiaguda (la que él puede sacar por más de una media vara para afuera de la dentadura) profundamente para dentro de las aberturas o agujeros por donde entran y salen las hormigas. Pronto se cuelgan las hormigas en todo derredor de la larga lengua redonda. Cuando el animal nota que las hormigas ya están pegadas, retira su lengua y las traga. Él hace esto hasta tanto él nota estar satisfecho.“  Los mocovíes como también lo hacían sus parientes, los abipones, usaban las fuertes cerdas caudales del oso a manera de peines, para lo cual arrancaban mechones de ellas y los unían a manera de cepillos.

Dibujo de Florian Paucke - Hacia allá y para acá




Por propia experiencia  indica que “su carne necesita ser asada o hervida durante toda una noche”, porque cuando los indios le trajeron uno: “Me alegré y creí poder tenerlo pronto asado. —No —dijeron mis indios — hoy no lo comerás, hasta la madrugada tendrás que aguantar. Un mal consuelo para mi estómago hambriento; tener que esperar aún por once o doce horas la comida. Tuve paciencia y debí distraerme el hambre mediante el sueño. Lo mismo ocurrió a mis indios, pues ellos pusieron el asado al fuego y esperaron hasta la mañana aunque comenzaron a probar en varias veces pero no fue posible comer un solo bocado. A la mañana temprano mis indios ya cortaron sus asados; yo quise probar lo mismo pero aún no pude morder ni un solo bocado ni siquiera cortar sin trabajo un pedazo del asado. Yo no pude hacer otra cosa que recortar la carne en pedacitos los más menudos como si estuviera picada y comerla de este modo. “Para su cofrade Sánchez Labrador, en cambio,  su carne “no es inferior a la de gordas terneras”. Como dice el refrán “sobre gustos no hay nada escrito” y quizás todo dependa del hambre del escritor.



Mello Pereira rescata un episodio de 1776, en que un oso hormiguero llegó a la corte española proveniente de Buenos Aires. El encargado del correo, Manuel Basavilbaso, se lo envió de regalo al rey Carlos III y “habiéndole visto S. M. em su mismo cuarto y viendo lo manso que es, há mandado se lleve a ese Sitio [del Retiro] para que le ponga em algún quarto, ó outro parage conveniente, y se le trate en comida y em todo lo demás”. El viajero irlandés John Talbot Dillon, pudo verlo ya embalsamado: “llamado por los españoles Oso Palmera . . .éste come carne, cuando se la corta en trozos pequeños, hasta una cantidad de cuatro o cinco libras.” Por esto de comer carne, incluso pensaron que se trataba de otra especie diferente del oso hormiguero que solo comía hormigas. Siendo la dieta inadecuada, el oso sólo sobrevivió hasta el 31 de enero de 1777: "Esta mañana, se encontró muerto, en la Leonera de este Sítio, el oso ormíguero, que enbiáron al Rey". Entonces se lo llevaron a Juan Bautista Bru, al Real Gabinete, el cual lo empajó quedando expuesto al público. El rey mandó hacerle una pintura que aún se conserva en el Museo de Historia Natural de Madrid y que fue reproducida por Dillon en su libro. Es una imagen mucho más exacta que las que se conocían hasta entonces y durante muchos años fue reproducida como modelo de esta especie.
       
El Osa Palmera de Buenos Ayres

Dillon, John Talbot, Sir  -1782 - Travels through Spain, with a view to illustrate the natural history and physical geography of that Kingdon . . .  London. R. Baldwin.

        

Veamos ahora al gran naturalista Félix de Azara quien aportó mucha información valiosa sobre este animal que conoció de primera mano. Dice que habita cerca de los esteros “porque allí abundan las hormigas. También entra en los bosques sin trepar a los árboles, y es escaso”.  Con respecto a sus virtudes medicinales dice que “usan con buen efecto su gordura para curar las mataduras a los caballos  . . . Su carne pasa por buena comida”. Y afirma que las hembras padecen una menstruación mensual “que parece que les incomoda mucho.” Critica a Buffon, “que no ha visto a la bestia, sino a su despojo”, especialmente porque cree en la vulgaridad de que se defiende del yaguareté con los pies “quando son incapaces de tal cosa. Por fin le hace duro para morir; y será así, si no le dan en la cabeza.”


Cuvier, Georges – 1817- Le règne animal distribué d'après son organisation. Paris.


El famoso anatomista y zoólogo Frédéric Cuvier, en varias de sus obras hizo referencia al oso hormiguero  advirtiendo que los naturalistas no se ponían de acuerdo sobre el número de especies que hay, pero él de acuerdo al material estudiado ve que hay una especie pequeña de cola prensil y otra grande de cola no prensil, además de que difieren en el numero de dedos. Los considera de “marcha muy lenta y con facultades de inteligencia muy limitadas . . . La principal alimentación del hormiguero, como lo hemos dicho, son las hormigas; pero todos los insectos le convienen, y se asegura que se lo puede alimentar en cautiverio con miga de pan, pedacitos de carne o de harina disuelta en agua, y es así que se los ha traído a Europa.”
“Este animal vive siempre solo, y no se reúne a su hembra más que en tiempo de los amores . . .  Cuando un hombre lo encuentra lo puede cazar como un animal domestico, sin que este animal monte en cólera; pero, una vez sujeto, su humor se manifiesta por los violentos movimientos de la cola. En fin, se lo puede vencer a golpes de palo con total seguridad y sin que él pueda por ningún medio sustraerse a la muerte.”


Sir Robert Hermann Schomburgk  naturalista y explorador británico, recorrió Guyana en 1835, y recogió otras interesantes observaciones que muestran al tamanduá no tan torpe como se lo creía:  “Corre con un trote peculiar y no es, como se lo ha descripto, lento en sus movimientos y fácil de capturar, porque al perseguirlo mantiene a un caballo a medio galope, y no se cansa fácilmente . . . Los movimientos de su lengua, alternativamente saliendo y entrando, son tan rápidos que ya no sorprende que un animal tan grande pueda saciar su apetito con insectos tan diminutos.”  Pero comprobó que no vive sólo de hormigas ya que encontró un milpies en el estómago de uno de ellos y tuvo a otro en cautiverio alimentándolo con carne picada. Luego describe la valentía con que la madre defiende a su cría lanzando zarpazos con una u otra mano e incluso colocándose de espaldas y golpeando con ambas manos. “Una persona muy creíble me ha asegurado que el Jaguar encuentra difícil dominar al oso hormiguero . . . Pasa frecuentemente que ambos combatientes quedan muertos en el lugar”. Parece que puede abrir la panza del asaltante con la sorprendente fuerza de sus garras aunque nunca lo creyó capaz de oponerse “al más feroz de los animales americanos”.

The Tamandua (Steadman, 1813)



Un poblador al descubrir una madre con su cría la persiguió a caballo “durante media hora”  hasta que logró capturarla con un lazo y, atrapada la cría, se la llevó a Schomburgk. Al principio la cría era muy arisca y se ocultaba en un rincón oscuro, y al acercársele se defendía golpeando con su mano. “Después de unos días, sin embargo, se acostumbró a su situación y una mujer india lo tomó a su cargo para alimentarlo con leche y mandioca y a veces termitas. Pronto mostró gran apego a ella, y la seguía como un perro”. Le gustaba que lo acunaran en brazos y al bajarlo al suelo emitía un gemido suave que si no se le llevaba el apunte se transformaba en un sonido áspero y rechinante. Trepaba con mucha habilidad por las piernas del naturalista por lo que supuso que en caso de necesidad treparía de la misma forma los árboles. Lamentablemente pese a estos cuidados la cría murió.
Finalmente con respecto a su carne dice que “es comida por muchas tribus nativas y también por los negros que consideran la piel como un gran manjar”. Al respecto Brehm, quien fue uno de los primeros autores en llamar la atención sobre la necesidad de proteger a los osos hormigueros debido a la gran destrucción que hacen de hormigas y termitas,  señalaba que “hay campesinos en Paraguay que creen que la piel es un remedio infalible para el lumbago y la ciática y para ello la colocan bajo las sábanas”. A fines del s. XIX ya había varios ejemplares en zoológicos europeos que vivieron varios años cautivos alimentándose de yema de huevo, carne, leche y polenta. Su extraño aspecto aterrorizaba a otros animales, especialmente a los monos, según nos cuenta Brehm. Y es interesante lo que Richard Owen comenta sobre un ejemplar cautivo en el zoo de Londres, el cual mató un conejo con sus garras y “lo despellejó para olfatearlo y recuperar con su larga lengua la sustancia jugosa que escapaba de las heridas que había producido en los tejidos del cuerpo de su víctima”.

Brehm,  Alfred Edmund. – 1895 - Life of animals



En 1870 Ernest Menault escribió un libro llamado L’intelligence des animaux (La inteligencia de los animales) y allí dice que el oso hormiguero “a menudo es descripto como ‘estúpido’” (ver el comentario anterior de Cuvier),  especialmente porque no puede correr rápido, pero eso es tan poco razonable como decir que “los hombres son tontos porque no pueden volar”. Antes bien “debemos admitir que el oso hormiguero usa sus herramientas especiales bien, es decir con inteligencia” para procurarse su sustento.  Para algunos zoólogos como Pierre Boitard, “su vida es solitaria y triste . . .[pero] tan dormilón como es, el tamanduá no deja de estar lleno de coraje, y se defiende con obstinación cuando lo atacan. ”


Henry Walter Bates, explorador del Amazonas, se encontró cierta vez sin provisiones frescas y los nativos le cazaron un tamanduá para comer. La carne fue hecha en estofado y “resultó muy buena, con un sabor un poco similar al ganso”. Sin embargo los nativos de ese lugar   (Caripi, cerca de Belem). “no probaron bocado, diciendo que no era adecuado para comer”. En una de estas cacerías uno de los osos hirió gravemente a Atrevido, el perro favorito de los cazadores.

En nuestra próxima entrada veremos algunos aspectos culturales  relacionados con estos interesantes animales.

Alex Mouchard

Nota (*) – Como el oso hormiguero no existe en Africa, “umbulu” podría ser el cerdo hormiguero – Orycteropus afer-, animal ecológicamente equivalente. Pero también era frecuente que los animales enviados por los naturalistas desde América hicieran escala en puertos africanos y allí podrían haber sido conocidos y designados con nombres locales.


&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&


REFERENCIAS


-Azara, F. de -1802 - Apuntamientos para la historia natural de los quadrúpedos del Paragüay y Río de la Plata - Imprenta de la Viuda de Ibarra, Madrid.

-Bates, Henry Walter – 1864- The Naturalist on the River Amazons.

-Brehm,  Alfred Edmund. – 1895 - Life of animals. Volume 1,  Mammalia.

-Buffon -1749 - Histoire Naturelle, Générale et Particuliére, avec la Description du Cabinet du Roi. Tome Dixième. Imprimerie Royale.  Paris.

-Dampier, William - 1937[1691]- A New Voyage Round the World - Adam & Charles Black – London.

-Cuvier, Georges – 1817- Le règne animal distribué d'après son organisation : pour servir de base a l'histoire naturelle des animaux et d'introduction a l'anatomie comparée . A Paris :Chez Déterville.

-Dobrizhoffer, Martin – 1967 [1784] - Historia de los Abipones. Universidad Nacional del Nordeste. Resistencia (Chaco).

-Gumilla, Joseph – 1791 - Historia natural, civil y geografica de las naciones situadas en las riveras del rio Orinoco.

-Linnæus, C. 1758. Systema naturæ per regna tria naturæ . . . Holmiæ. (Salvius).

-Marcgrave, George & Willem Piso - 1648- Historia Naturalis Brasiliae...  Lugdun.
-Mello Pereira, Magnus Roberto de – 2013 - "Las cosas singulares de piedras, animales, plantas": la formación y el funcionamiento de la red imperial española de remesas centíficas en el Virreinato del Río de la Plata -  An. mus. paul. vol.21 no.1 São Paulo. 

-Paucke, Florian – 2010 [c. 1767] - Hacia allá y para acá. - 1a ed. - Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe.

-Sanchez Labrador, Jose – 1936- El Paraguay Cathólico. Viay y Zona Editores, 251 páginas.

-Seba, Albertus – 1734 - Locupletissimi Rerum Naturalium Thesaurus – 4 vol.

-Schomburgk, R. H. -1840 – Remarks on the Greater Ant-bear (Myrmecophaga jubata) - Annals of natural history 4:202. 

-Stedman, J. G. 1813. Narrative of a five years expedition against the Revolted Negroes of Surinam, in Guiana, on the wild coast of South America from the year 1772 to 1777. Vol II. London: J. Johnson.


sábado, 15 de marzo de 2014

EL COLORADO QUE LLEGÓ DEL NORTE - CIERVO COLORADO (Cervus elaphus)

Introducción y asilvestramiento del ciervo colorado (Cervus elaphus) en el territorio argentino


Dibujo de Wilhelm Kuhnert en Lydekker, Richard - Animal portraiture - 
Russell E. Train Africana Collection 
http://www.biodiversitylibrary.org/

Los ciervos siempre han sido un atractivo para el hombre debido a la belleza y elegancia de sus formas y cornamentas, y pronto se convirtieron en una de las piezas preferidas para la práctica de la caza mayor. Por ello, desde tiempos lejanos, se intentó trasladar  ciertas especies consideradas emblemáticas desde sus lugares de origen a otras tierras apartadas para proveerlas de esas especies. En tal sentido el territorio argentino fue receptor generoso  de varios  cérvidos foráneos con distintos resultados en la adaptación y subsistencia de los planteles.


Esta aventura constituye una interesante historia de complicados traqueteos trayendo ejemplares al puerto de Buenos Aires, desde Europa generalmente, para luego ser conducidos a distintos campos y pronto nuevos traslados a estancias de otras provincias y así sucesivamente. Actualmente encontramos, para nuestra sorpresa, varias especies en distintas provincias de la Argentina que viven en estado silvestre y, obviamente, también en cotos cerrados.


Nos referiremos en estas líneas al ciervo colorado (Cervus elaphus), considerado el cérvido por antonomasia y el más buscado por los cazadores de todo el mundo a causa de su espectacular cornamenta, la misma que, sumada a la hermosa tonalidad alazán de su pelaje, le otorga una belleza singular.


 

Dibujo de Jacques E. De Seve en Leclerc, Comte de Buffon,
HISTOIRE NATURELLE, GÉNÉRALE ET PARTICULIÈRE. Tome Sixième.Paris, 1749.

El primer paso exitoso en la introducción de ejemplares ocurrió con un plantel traído al país por el estanciero  Pedro Olegario Luro entre los años 1904 y 1906, provenientes  en parte del condal de Schönborn en los Cárpatos y  otro tanto de la región montañosa de Marau de Corintia (Kärnten), Austria, interviniendo en la exportación la firma especializada Julios Mohr. Los ejemplares que procedían de los  Montes Cárpatos venían señalados en las orejas indicando su noble origen (Chebez y Rodríguez, 2013,  En prensa).

Luro los instala en su estancia San Huberto (hoy Parque Luro), provincia de La Pampa, y pese al alambrado perimetral de cierta consistencia lograron hacer una abertura y se dispersaron en un ambiente que les fue apto para su pronto desarrollo.


Por otra parte, hay información que entre los años 1902 y 1911, al señor Aarón  Anchorena, estanciero descendiente directo de Tomas Manuel de Anchorena, destacada figura patricia de la Independencia Argentina, introdujo ejemplares en la isla Victoria, dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, lugar en el que se adaptó perfectamente, siendo entre todos los  cérvidos llevados a la isla, el que mejor prosperó.


Entre 1917 y 1922 otro estanciero, Roberto Hohman, trasladó ejemplares desde La Pampa -Estancia San Huberto- hacia Neuquén –estancia Collun-Có-, donde se expandieron notablemente hacia el sur ocupando sectores de los Andes Patagónicos de las provincias de Río Negro y Chubut. Se mencionan otras importaciones de menor magnitud en  1916 y entre los años 1941 y 1943.


También se llevaron ejemplares a la provincia de Tucumán en el año 1973, a instancias del Club de Caza Yastay, con resultado menos favorable que en la región sur, aunque actualmente se hace referencia a avistajes de ejemplares en las Sierras del Aconquija  y adyacencias.


Como si lo comentado hasta el momento fuera poco, a la Isla de  los Estados, Tierra del Fuego, también fueron llevados ciervos colorados en 1973, y en 1988 se los continuaba observando (Fabbro, 1989) por lo que hay algunas manadas adaptadas en aquella apartada isla. Se corre el riesgo que ocupen la isla grande de Tierra del Fuego porque se los ve en la parte chilena de la misma.


 
Brehm's Life of animals. Vol 1, Mammalia. Brehm, A E, Haacke, W, Pechuël-Loesche, E, Schmidtlein, Richard. Chicago :Marquis,1895. http://www.biodiversitylibrary.org/


Con menos detalles de las estancias receptoras y los nombres de los difusores de esta especie de hobby, hoy se los ve también en campos de la provincia de Buenos Aires, habiéndose iniciado el traslado y la suelta por primera vez en las sierras las Sierras de la Ventana y Cura Malal. En la actualidad la especie comentada se encuentra confinada o silvestre en los partidos de: General Alvear, Tandil, Chascomús, Bolívar, Carlos Pellegrini, Adolfo Alsina, Coronel Dorrego, Saavedra, Tornquist, Puán, y posiblemente Villarino (Chebez y Rodríguez, op. cit.).


En San Luis el ciervo colorado fue introducido a mediados del siglo XX por la familia Cullén y hoy está disperso en varios sectores como fauna silvestre. A estos ejemplares luego se sumaron los que se dispersaron desde el núcleo pampeano al extremo sur de San Luis, hasta la zona de Nueva Galia. También en la Estancia Don Roberto, en la zona al sur de Batavia, entre Buena Esperanza y Unión, hay un plantel considerable pero destinados a su  explotación comercial.


En Mendoza el ciervo colorado se encuentra en el sector sudoeste provincial, fruto de la expansión hacia el norte del antiguo núcleo neuquino.


Según una versión poco mencionada habría habido un primer intento fallido, en 1901 con la intervención de don Pedro Olegario Luro, con ejemplares de ciervos colorados llevados a una isla sobre el río Paraná o el río Uruguay, donde una crecida importante en 1905 habría puesto fin al plantel. 


Y como sabemos que los animales no reconocen las fronteras, el sur de Chile también posee grandes planteles entre la IX y la XI regiones, donde causa mucho daño al bosque nativo.


Pero, a todas estas importaciones, traslados y manipulaciones de la especie les faltaba  el “golpe de gracia”.  La pequeña historia - o subhistoria podríamos llamarla- comienza en  1927 cuando un incógnito alemán llamado Carl Adolf Vögel llega a Buenos Aires y se emplea como meritorio en una casa de exportación. Junto a un amigo recorre vastas zonas de la Argentina y queda hondamente  impresionado  por la belleza de la zona de los lagos cordilleranos de Neuquén.


Más tarde escribiría: “La Europa sobrepoblada se ha vuelto demasiado angosta. El hombre le quita lugar al animal. Pero descubrí que, a pesar de todo esto, aún queda lugar para el reino animal en esta tierra bendita cuando vi las enormes extensiones en la Argentina, casi inimaginables para el europeo”.


Luego de su primera estadía en la Argentina vuelve por casi tres décadas a su Europa natal donde adquiere mucha experiencia en el manejo de fauna junto al biólogo  Heinz Heck, creador y director del Parque Zoológico Hellabrunn, cerca de Munich, que para entonces fue uno de los zoológicos más destacados del mundo.


Dibujo de Friedrich Specht en Meyers Konversations-Lexikon 1897


Aproximadamente en 1960, Vögel regresa a la Argentina en calidad de Cónsul General, vende terrenos muy bien cotizados que había comprado en el barrio de Belgrano y adquiere las estancias neuquinas Lago Hermoso y Meliquina sumando unas 70.000 hectáreas entre ambas.


Se propuso crear en ellas un parque con todos los avances zootécnicos que se aplicaban en Europa. Su apasionada  voluntad lo llevaron a concretar la importación de nuevos ejemplares de ciervo colorado  de razas especiales- al menos tres entre 1965 y 1973- y además ejemplares de bisontes europeo (Bison bonasus), cabras montesas alpinas (Capra ibex) carneros de arrui a carnero de berbería (Ammotragus lervia), gamuzas (Rupicapra rupicapra), muflones (Ovis orientalis musimon), ciervos del Padre David  (Elaphurus davidianus) y gamos o ciervos dama (Dama dama) (Vögel, 1969).  Crea entonces el renombrado Parque Diana en 1963, sobre la orilla del lago Meliquina,  donde con instalaciones óptimas reúne en este famoso parque toda la  fauna mencionada.



Los traslados se realizaron parte en barco y otros ejemplares llegaron por vía aérea. En su libro titulado “Parque Diana, paraíso para animales silvestres en la Argentina” dice Vögel: “ Este nuevo mundo les ofrece a ellos y a sus descendientes espacio suficiente, mientras en Europa, su antigua patria, no tiene más posibilidades de vida. Todos estos animales han sido elegidos según un cierto plan con mucho empeño y con la utilización de grandes recursos, procedentes en la mayoría del Parque Hellabrunn de Munich..”. Y en otro párrafo expresa “Me parece un mandamiento innegable de la protección de la naturaleza llenar los pocos claros del mundo en animales de caza mayor con razas contemporáneas”.  Evidentemente Vögel no participaba de la idea del riesgo que implica la introducción de especies exóticas y su amigo Heinz Heck lo expresa abiertamente en un capítulo del nombrado libro.


Los ejemplares de ciervos que se desarrollaron en este ambiente alcanzaron valores como trofeos similares a los se obtienen en su tierra de origen, y esto provocó que cazadores de distintos países vengan a años tras año a cazar en temporada a los cotos de los Parques Nacionales Lanín y los Alerces, principalmente.


The American Cyclopaedia - George Ripley And Charles A. Dana. NY 1857-1866




Las únicas especies que prosperaron son los cérvidos, a saber: Axis axis, Dama dama, Cervus elaphus y Elaphurus davidianus con planteles muchísimo menores que las otras especies. Roberto Gazzari (1978) dice respecto a Cervus elaphus:  “hoy Parque Diana cuenta con un lote de machos importados y varios hijos nacidos allí, que constituyen según opinión de algunos expertos europeos visitantes, el mejor conjunto del mundo en un solo cercado” (coto). En otro párrafo de su trabajo “Fauna y caza en Neuquén” afirma que “el alemán Warner Rehage cazó en Parque Diana un ciervo de 253,21 puntos internacionales, que llevado a Europa y homologado, resultó ser el segundo trofeo del mundo después del cazado en Hungría en 1972 de 255 puntos, que fue record mundial“. Esto muestra que la misión que se había propuesto Carl Vögel  tuvo más énfasis en la mejora de los ejemplares de ciervo colorado y que ese cometido lo logró.


Los animales llegados desde Europa debieron amoldarse al nuevo ritmo estacional y respecto a los ciervos colorados comenta Vögel que “el ciervo colorado logró adaptarse a este cambio asombrosamente rápido. Así por ejemplo un ciervo colorado traído a Parque Diana en septiembre, es decir primavera patagónica, bramaba medio año después, en marzo, es decir en otoño patagónico, con toda fuerza como si hubiera nacido en Argentina y no en Baviera”.


Sería injusto no decir que Vögel menciona en sus relatos que preparaba espacios para especies nativas como el huemul,  el pudú y el guanaco, pero fuera de esta referencia no se dice otra cosa en cuanto a los logros en su recría, aunque si hay fotografías de esos animales en corrales especiales. Debemos saber además  que la introducción de especies tiene una larga historia, y es un  fenómeno complejo y heterogéneo que perjudica a las especies de flora y fauna nativas, extenso tema que escapa al tenor de este relato.


Muchos otros animales fueron traídos de distintas partes del mundo al territorio argentino.  Seguramente algunas otras historias de estas mudanzas podrán ser motivo de nuevas crónicas a la luz de lo narrado en nuestro libro “La fauna gringa” (en prensa), en coautoría con el fallecido Juan Carlos Chebez.



Gabriel  Omar  Rodríguez
marzo de 2014



Bibliografía consultada


Chebez, J. C.  y G. O. Rodríguez. 2014. La fauna gringa. Especies animales introducidas en la Argentina. V. Manzini y Fundación Félix de  Azara. En prensa.

Gazzari, R. 1978. Fauna y caza en Neuquén. Siringa Libros. Buenos Aires


Vögel, C. A.  1969. Parque Diana. Paraíso para animales silvestres en la Argentina. Editorial Transilvana,  Buenos Aires.

EL VENCEJO DE COLLAR (Streptoprocne zonaris), EL PREDICADOR Y LAS FANTÁSTICAS GOWRIES

    Este huésped del verano, el pequeño vencejo que vive en los templos, testimonia aquí, junto a su amada mansión, que el aliento del cie...